Más allá del espresso, existen numerosas formas de tomar café: café con leche, cortado, capuccino, latte, latte macchiato o “flat White” (popular en Estados Unidos o Australia). En todas estas bebidas, la “actriz secundaria” (aunque no menos importante), es la leche, razón por la que siempre habrá que elegir la de mayor calidad y procesarla de la forma más cuidadosa para que el resultado de nuestro café sea excelente.
¿Leche fresca o leche UHT?
En España, los baristas se quedan con la leche fresca y entera, ya no solo por su agradable sabor, sino también por su textura. Además, nuestro país es uno de los mayores consumidores de leche UHT (Ultra-High Temperature), con un 95.6% del mercado, frente al 8.4% de Reino unido, por ejemplo.
Las ventaja principal de esta leche es la conservación, contando con mayor vida útil que la leche fresca. A pesar de que el sabor de esta última es el más “auténtico”, en España estamos más acostumbrados a la UHT, ya que es la que está presente tanto en los bares, como en los hogares.
¿Leche entera, leche desnatada o leche semidesnatada?
Son muchos los que, a la hora de tomar un café, apuestan por la leche desnatada o semidesnatada por cuestiones calóricas, sin embargo, los nutricionistas consideran que la más saludable es la entera.
¿A qué temperatura hay que poner la leche?
A diferencia de lo que ocurre en algunos establecimientos, los baristas jamás se separan de la jarra de leche mientras la calienta. Es importante prestar mucha atención a la leche, ya que pocos segundos bastan para que se recaliente más de lo debido, se queme o pierda su dulzura habitual. Lo ideal es calentar la leche a unos 65-68 grados centígrados.